así

así, centrar la atención en aquella sala blanca, 
verte morir una vez y otra, cada vez que te sueño,
madre, quisiera destrozarte de añoranza,
 tu muerte sin permiso es un disparo
 y cada año vuelves a apretar el gatillo.
saberte bendiciéndome con tu mala suerte
y este deseo manso de acunarte desnuda

 y sentir tus pechos secos sobre mi carne dolida.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *