agua de pretéritos
colgando espaldas un cadáver,
cementerio que se arrastra
con mis almas muertas,
arqueando
la serpiente de mis vértebras
su bostezo de difunto
y delante de mi
un recién nacido
que brama hambriento
ante treinta y cuatro pechos
que habrán -si pueden-
de alimentarlo
baile de las estaciones
que asesinan la inocencia